Digo “una historia” porque pueden trazarse varias, según la perspectiva en que se sitúe cada orante. La mía es básicamente cristiana, en línea católica, es decir, universal: Quiero ofrecer una visión de conjunto del principio, caminos y meta de la oración, tal como se ha dado y se está dando en la historia de la humanidad, mirada desde un lugar privilegiado, que es Jesús de Nazaret.
No puedo ofrecer una historia completa, ni explicar todos los caminos, ni trazar de un modo seguro “la” meta, como si hubiera una sola que es clara y segura para todos, sino ofrecer el esquema o esbozo, que vengo desarrollando desde el año 1973-1977, cuando era profesor de la Cátedra de Espiritualidad en la Univ. Pontifica de Salamanca. Éste será el esquema del curso que ofrezco en el CITES
1. Un principio. Del cosmos sagrado a la oración “ecológica”.
a. Oración y religión. Tres formas principales. La oración forma un elemento esencial de las religiones, que pueden dividirse en tres grupos: (1) Mundo sagrado, religiones cósmicas. (2) Interioridad habitada por lo divino, religiones “místicas”. (3) Historia de Dios, historia de los hombres, religiones proféticas.
b. Oración cósmica, mundo sagrado. Del Paganismo a la ecología (con Francisco de Asís y Juan de la Cruz), Cuando se “despierta” a la conciencia de sí mismo, el hombre se descubre en un mundo “habitado” por divinidades o espíritus sagrados, de forma que siente la “necesidad” de invocarles, escucharlos, y dialogar con ellos, como indican los ritos y mitos primigenios. Por eso, la oración primera es “oración de mundo” (un tipo de comunicación cósmica), que no es pura magia, ni hechicería, ni espiritismo, sino un modo de ser, de sentir, de vivir en un mundo sagrado. En esa línea, toda oración tiene un elemento cósmico, vinculado al despliegue de la misma vida, a la identidad de la conciencia humana.
De la “identificación sagrada con el cosmos” hemos pasado a una visión ecológica “sagrada” del mundo, a través de un largo y fascinante proceso, que se entiende en clave de conocimiento y técnica, de trabajo y economía, pero también de oración. Desde ese fondo puede ofrecerse una primera visión de los ritos y mitos, de los sacrificios y los dioses, tal como se han dado y se siguen dando en las culturas primigenias y en la nueva cultura técnico-sagrada de la actualidad. En ese sentido podemos afirmar que formamos parte de una gran oración cósmica (el mundo ora en nosotros, nosotros en el mundo), como han dicho de forma insuperable los más grandes cristianos, como Francisco de Asís y Juan de la Cruz.
2. religiones “místicas” o advaitas (de la interioridad sagrada).
a. Religión como espiritualidad: Descubrimiento y cultivo del valor sagrado del “alma” (ser profundo del hombre). Más que revelación de un Dios personal y trascendente, la religión aparece como revelación y despliegue del carácter trascendente (divino, numinoso) de la vida humana. En esa línea, más que diálogo con Dios, la oración es un proceso de interiorización (esto es, de inmersión) en la hondura divina de la vida humana. Por eso se habla en esta línea de una experiencia de la “no dualidad” (advaita): Lo “divino” (numinoso, sagrado) no es algo ajeno, objetivo, sino la misma realidad de la conciencia (trasconciencia) del hombre.
b. Caminos fundamentales: hinduismo, budismo, tao. Son muy distintas y, sin embargo, pueden fundirse y completarse, como han hecho y siguen haciendo en un proceso fascinante de descubrimiento y despliegue de la interioridad sagrada. (1). El hinduismo puede entenderse en clave de oración de identificación: “Eso, lo que veo y siendo, eso soy yo”, la realidad es mi interior”. (2) El budismo tiene un elemento fundamental de negación: Cuando no deseas eres; cuando superas tu voluntad te descubres integrado en un “nirvana” superior e iluminado; de esa forma, no siendo tú eres tú mismo. (3). Tao. Oración de integración. Puede vincularse con las dos formas anteriores (hinduismo, budismo), pero mantiene y desarrolla un elemento “cósmico” muy importante de inmersión en la “dualidad” fundante de todo lo que existe: cielo y tierra, individuo y sociedad, mundo y persona.
Estas formas de oración de interioridad pueden expresarse a través de una técnica fundamental de “yoga”, como ejercicio de integración somática (respiración), mental (no pensamiento) y religiosa. Pueden variar los contenidos. Un tipo de “yoga” (equilibrio interior y exterior) es siempre el mismo. Resulta básico el estudio de la diferencia y convergencia entre una oración tipo “yoga” y una oración profética, de diálogo con Dios en la historia.
3. Religiones proféticas. Revelación y comunión con Dios
a. Religión como revelación. Oración como escucha y diálogo. En esta sección entran las religiones proféticas y (o) históricas, definidas por la manifestación personal de Dios que se revela y dialoga con los hombres. En ellas resulta fundamental la dualidad teológica o, mejor dicho, la relación de conocimiento y amor entre Dios y el hombre. Estas religiones pueden tener y tienen un elemento místico, como el de las religiones de la interioridad, pero se trata de una “mística profética” de fe y de comunión personal, dentro de un mundo creado por Dios.
b. Caminos fundamentales: judaísmo e islam. El punto de partida y base de este tipo de religión/oración profética es el Antiguo Testamento, es decir, judaísmo, cuyo testimonio fundamental son los Salmos, testimonio clave de espiritualidad de la historia de occidente: Libro de recuerdo, de compromiso personal y de esperanza de salvación. Junto a los salmos, como ejemplo posterior de “contaminación” (complementación) entre judaísmo y helenismo ha de entenderse y estudiarse la oración de la cábala. El islam puede interpretarse como recreación universalista (árabe) del judaísmo, y su oración básica es la sahada (confesión de fe) y las cinco plegarias de sometimiento a Dios (salat), en línea de sumisión y aceptación radical de la revelación divina. En esa línea avanza el sufismo, que es una experiencia suprema de inmersión de amor (o realidad) en Dios, que puede culminar en una forma de panenteísmo, esto es, de identificación con Allah que es el “ser” de todo lo que existe.
El futuro de la oración de una parte considerable de la humanidad depende de la actualización de judaísmo e islam. El judaísmo es una religión numéricamente pequeña, pero es la matriz no sólo del cristianismo y el islam, sino de gran parte del mundo moderno. El islam-islam es una religión compacta, que se expresa en forma de oración de escucha y sometimiento al Dios del Corán. Del sentido de esa escucha depende parte del futuro de la humanidad.
4. Religión de encarnación, cristianismo
a. El cristianismo empieza siendo una “re-interpretación” o recreación del judaísmo. Por eso, el libro de cabecera de oración de los cristianos sigue siendo el de los Salmos, tanto en un plano litúrgico (Celebración de las horas, Eucaristía) como de oración privada. En el principio y centro de la espiritualidad de los cristianos sigue estando “la oración de Jesús hombre” (como la fe de Jesús, carta a los Hebreos), que ha tendido a transformarse después en “oración dirigida a Jesús” (a partir de los concilios de Nices-Calcedonia, que le definen como Dios-hombreverdadero). Desde ese fondo ha de entenderse la oración como encuentro de amor con (en) Jesús, en la línea de la espiritualidad de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
b. Oración y Espíritu Santo. Yo y el Padre somos uno. Esa es la experiencia originaria que deriva de la “encarnación” de Dios (Jn 1, 14: La Palabra/Dios se hizo carne), que culmina en la palabra de Jn 10,30-33: “Yo y el Padre somos Uno”. Como sabe toda la tradición cristiana desde Orígenes a Teresa de Lisieux “yo” de Jesús que dice (yo y el Padre somo uno) es el suyo, personal, pero con él (en él) de los cristianos, que pueden decir y dicen “yo y el Padre somos Uno”, recreando, así como dualidad de amor el shema judío de Dt 6, 5-7: “Escucha, Israel, Yahvé, nuestro Dios es Uno”. (En esa línea ha de entenderse el “yo” del celebrante de la eucaristía cuando dice “esto es mi cuerpo”, afirmando así que el cuerpo de Jesús es el suyo y el de toda la comunidad).
La reforma o actualización del cristianismo depende de su manera de actualizar la oración de Jesús (que nunca puede convertirse del todo en oración a Jesús), sino que ha de seguir siendo oración de amor con Jesús, diálogo con él, no para quedarse en el puro diálogo a dos, sino para caminar unidos abriendo (reabriendo) los caminos de Dios en la historia.
5. Una meta: De la oración de petición a la oración de encarnación
a. Punto de partida. No quiero abandonar ninguno de los caminos anteriores, de la oración de naturaleza, interioridad e historia. Pero pienso que todos ellos pueden y deben integrarse (sin imposiciones externas, sin sometimientos) en el camino de encarnación que se expresa y realiza en Jesucristo.
b. Oración y escucha de Dios y de los pobres: Oración comunión (de petición, amor y compromiso) con Jesús, en apertura a todos los hombres. En esa línea, el cristianismo ha de ser ante todo una “escuela compartida” de oración, que se aplica después en forma de amor activo (de comunión y liberación). El cristianismo es (ha de ser) una escuela compartida de “oración de reino”, que no busca y espera simplemente el cumplimiento futuro de la promesa, porque ella es ya en sí misma expresión y presencia resucitada del reino de Dios en los hombres.
Bibliografía orientativa:
Este curso se inspira básicamente en algunos libros míos: La oración cristiana, Verbo Divino, Estella, 2001; La Mujer en las religiones, Verbo Divino, Estella 1989; Las Grandes Religiones. Historia y actualidad, Tempora, Madrid 2003; Gran Diccionario de la Biblia, VD, Estella 2015; Diccionario de las tres religiones. Judaísmo, cristianismo, islam, VD, Estella 20111. Cf. también:
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Guerra, A. (ed.), Oración cristiana para tiempos nuevos. Ed. Espiritualidad, Madrid 1976; Oración cristiana. Ed. Espiritualidad, Madrid 1984.
Gutiérrez, G., Beber en su propio pozo. En el itinerario espiritual de un pueblo. CEP, Lima 1983 (Sigúeme, Salamanca 1985).
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