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“Juan Pablo II, admirador y conocedor eximio del Concilio Vaticano II, en el que había tenido tanta parte, no olvidaba lo que se dice en el capítulo VII de la Lumen Gentium índole escatológica de la Iglesia peregrina y su unión con la Iglesia celestial. Al hablar de las relaciones de la Iglesia peregrinante con la Iglesia celestial se afirma que es “sumamente conveniente que amemos a estos amigos y coherederos de Cristo, hermanos también y eximios bienhechores nuestros, que rindamos a Dios las gracias que les debemos por ellos; que los invoquemos humildemente y que, […], acudamos a sus oraciones, protección y socorro” (LG 50). Y a fe, sea dicho claramente, que Juan Pablo II supo escoger magníficamente su santo y amigo predilecto en la persona de San Juan de la Cruz. Nada menos que amigo y maestro encontró en Juan de la Cruz”.
José Vicente Rodríguez, ocd
El biógrafo de san Juan de la Cruz
“Aunque Juan Pablo II apreció los logros científicos de Edith Stein, según lo evidenciado por su Encíclica Fides et ratio, principalmente la destaca como una mártir que encontró la verdad en Cristo, como una mística de la cruz que muestra a la Iglesia el significado de la lealtad, el sufrimiento y la relación entre verdad y amor y como ejemplo para la mujer moderna y esperanza para el diálogo de cristianos y judíos”.
Wojciech Zyzak
Rector de la Universidad Pontificia Juan Pablo II de Cracovia
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