Los otros escritos de Teresa

Además de sus Manuscritos -la Historia de un Alma- contamos con otros escritos de Teresa de Lisieux, que serán motivo de estudio de nuestro tercer congreso.

Tenemos en primer lugar las Cartas: existen 266 piezas que van, desde el doble folio de 13,5x21,5 (Cta. 165), hasta el pequeño billete de 2,5x4 (Cta. 227), pasando por las estampas adquiridas o decoradas por ella misma, en el reverso de las cuales enviaba misivas, sobres, etc... En cuanto a la escritura, encontramos desde la variedad de tintas de colores de los Buissonets, hasta el lápicero de julio de 1897, cuando no hay fuerzas para coger la pluma… ¡Y en ellas Teresa comete alguna falta de ortografía!

Si queremos establecer una aventura espiritual (su carrera de gigante) a partir de las cartas de Teresa, merece la pena que nos situemos, más allá de las cartas infantiles, en el 9 de abril de 1888, cuando comienza a escribir desde el Carmelo. Son especialmente interesantes los billetes enviados a sus hermanas en sus retiros de toma de hábito, 1889, y profesión, 1890, en los que podemos percibir más claramente su despegue espiritual.

A partir de 1889-1890 la destinataria privilegiada de las cartas es Celina. En ella vuelca, en cantidad y calidad, su espíritu, compartiendo el amor que va naciendo y tomando forma en su interior, el amor al Dios que es sólo misericordia. En este período hay también algunas cartas a María Guerin, pero el tono es distinto. Frente a ella, Teresa adopta un tono más magisterial. En 1893 Teresa se convertirá frente a Celina -asediada por pretendientes- en la defensora de su celoso esposo, Cristo.

Leonia adquiere un cierto protagonismo en las cartas a partir de 1893, con su entrada en la Visitación. Hay correspondencia fuerte hasta 1895. Los dos años siguientes puede bajar el número, pero no la intensidad: Teresa comparte con Leonia, como con una alumna aventajada, los tesoros de su camino, que esta hermana parece apreciar y comprender mejor que las que conviven con Teresita.

En junio de 1896 encontramos su carta más importante a la Madre Gonzaga. El bienio 1896-1897 destaca por la abundante correspondencia con sus novicias y sobre todo, con los misioneros. De esta época son también algunas bellísimas cartas a Celina. Testimonio hermoso del último año de su vida las cartas a sor María de San José o sor Marta de Jesús, en las que Teresa desciende a un lenguaje y unas formas que ya no son las suyas, para hacerse cercana a unas hermanas especialmente problemáticas. Sor Marta, la connovicia, Sor María, compañera en la ropería, literalmente insoportable -no tuvo una ayudante fija hasta que Teresa se ofreció voluntaria-, que fue excluida de la comunidad en 1909 por sus desequilibrios y murió en un manicomio en 1936.

En segundo lugar, merece la pena destacar sus Poesías y oraciones:

Las Poesías:

La producción poética de Teresa no nos permite en modo alguno equipararla con Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Su trabajo refleja una gran finura y sensibilidad, así como un alma poética que desea traducir en palabras la belleza. Pero en modo alguno podemos referirnos a ella como una autora de calidad poética contrastada.

Teresa no conocía las reglas de versificación, al componerlas, atendía más al fondo que a la forma, después de haber enviado la titulada Vivir de amor al misionero P. Bellière, le dice:

Estas pobres poesías le revelarán, no lo que soy, sino lo que quisiera y debiera ser... Al componerlas, he prestado más atención al fondo que a la forma. Por eso, no siempre se respetan las reglas de versificación, pues lo que buscaba era expresar mis sentimientos (o, mejor, los sentimientos de una carmelita) a fin de responder a los deseos de mis hermanas (Cta. al misionero Bellière, 24.2.1897).

Así pues, Teresa gustaba dejarse llevar de sus arranques del corazón antes que someterse a los exigentes cánones académicos. Sus composiciones se apoyan, así, mucho más sobre el ritmo musical que sobre una medida métrica, de un modo muy parecido a como se compusieron los salmos bíblicos. No obstante, en su trabajo no hay un rechazo total de las formas, como ilustra la existencia de múltiples borradores para muchas de sus poesías. Encontraba alguna fuente de inspiración en poetas como Lamartin, Musset, Chateubriand... y, sobre todo, en San Juan de la Cruz.

Escribió la primera en 1893, por encargo de una religiosa. En los siguientes cuatro años llegaría a componer un total de 54, a las que en algunas ediciones se acompaña de 8 atribuidas a ella, aunque el origen no está claro. Los temas fundamentales de sus composiciones son Jesús como esposo, Juana de Arco y otros santos, devociones de la época, su vida familiar y la vida sencilla de la Virgen María.

Las oraciones:

Conservamos 21 oraciones de las cuales sólo 12 están contrastadas con autógrafos; el resto son copias. Nacen en circunstancias muy distintas y son de carácter amplio que va desde la experiencia personal a la devoción o a la respuesta a la petición de una hermana.

Son sólo una pequeña muestra del espíritu orante de Teresa, presente -quizás de modo más vivo- en otros muchos textos no específicamente de oración y, sin embargo, existencial y experiencialmente orantes:

Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada lanzada hacia el cielo, un grito de gratitud y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús (Ms C, 25).

Nos interesa sobre todo la Ofrenda al Amor misericordioso (Or 6 en POR).

Muy interesantes, y aún poco conocidas, son sus Recreaciones Piadosas:

Siguiendo la tradición teresiana, desde una época bien cercana a su fundación vinieron celebrándose en el Carmelo de Lisieux representaciones teatrales piadosas para conmemorar fechas especialmente señaladas.

En tiempos de Teresa, la fiesta más celebrada era la del santo de la Priora. Después de las vísperas (14h) y el rezo de la Letanía mariana, las monjas, con capa blanca, se reunía en torno de la Priora y cantaba un cántico compuesto para la ocasión. Después, cada religiosa entregaba un pequeño regalo a la Madre. A partir de las 14:30h, aproximadamente, comenzaba la función, cuyo peso recaía en las hermanas del noviciado, apoyadas por otras en caso de necesidad. También se homenajeaba a la Priora el domingo del Buen Pastor.

Otras fiestas eran las de las hermanas conversas -el 29 de julio-, la de los Santos Inocentes -el 28 de diciembre- y las de Navidad, Epifanía, etc...

También se celebraban los aniversarios de las profesiones de las religiosas; pero en vida de Teresa ello fue sólo posible en el caso de Sor San Estanislao, en 1897. Los aniversarios de Sor San José y Madre Genoveva no pudieron ser celebrados por la enfermedad de estas religiosas. María de Gonzaga, conocedora y animadora del talento teatral de Teresa fue quien mejor supo apreciar la capacidad para el humor -aliada con la profundidad espiritual- de nuestra Santa. Ya en 1895 le escribía:

“Nosotras nos honramos de preferir la alegría, la simplicidad de Nuestra Santa Madre a todas las devociones que fatigan. Como supo unir a sus grandes razonamientos la amabilidad que encanta los corazones, amaba y se hizo amar. ¡Vivan su tambor y su pífano!” (RP, 16).

El teatro de Teresa.

Madre Inés precedió a Teresa en la composición de piezas para las recreaciones comunitarias: en la Epifanía de 1884 y en la Navidad del mismo año preparó piezas que su hermana conocerá y le servirán de inspiración. En total, Inés realizó seis piezas, siendo la más llamativa una que, encargada por la madre María de Gonzaga para la celebración de su santo en 1888, Inés compuso sobre... Santa Inés. Nos interesa resaltar que Teresa realizó, como postulante, el papel protagonista, impactando marcadamente a la comunidad por sus dotes de artista (cfr. Cta. 245).

A lo largo de su vida religiosa, Teresa compondrá ocho piezas que no son una parte despreciable de su producción literaria. No podemos entrar, desgraciadamente, en el entramado de decorados, ensayos, vestuario que se presentaba en cada recreación y que nos habla por sí sólo del ingenio teresiano. Doctrinalmente, las piezas guardan momentos que ilustran esencialmente la espiritualidad de Teresa; en este punto merece la pena resaltar tres recreaciones: Los ángeles en el pesebre (Navidad, 1894), El divino niño mendigo (Navidad, 1895) y La huida a Egipto (Santa Inés, 1896), sin duda su obra maestra, por contenidos doctrinales y recursos teatrales. Enumeramos ahora las ocho recreaciones:

1. La misión de Juana de Arco. Diálogos en prosa y verso, acompañados de diversas melodías.

21.01.1894: Santa Inés. Fiesta de la Priora.

Poseemos de esta RP dos autógrafos y cinco copias.

2. Los ángeles en el pesebre. Diálogos en prosa y verso, acompañados de diversas melodías.

25.12.1894: Navidad.

Poseemos de esta RP un autógrafo y tres copias, una de ellas incompleta.

3. Juana de Arco cumpliendo su misión. Diálogos en prosa y verso, acompañados de diversas melodías.

21.01.1895: Santa Inés. Fiesta de la Priora.

Poseemos de esta RP dos autógrafos, uno fragmentario, tres copias auténticas y otras tres parciales o retocadas.

4. Jesús en Betania. Verso y melodías.

29.07.1895. Santa Marta. Fiesta de las hermanas conversas.

Poseemos de esta RP dos copias, una de María de la Trinidad, anotada por Teresa, anterior al 27.07.1895 y otra de los cuadernos de sor Genoveva.

5. El divino niño mendigo. Verso y melodías con indicaciones en prosa.

25.12.1895. Navidad.

Poseemos de esta RP un autógrafo y tres copias.

6. La huida a Egipto. Diálogos en prosa y verso con melodías.

21.01.1896. Santa Inés. Fiesta de la Priora.

Poseemos de esta RP un autógrafo y una copia.

7. El triunfo de la humildad. Diálogos en prosa y verso con melodías.

21.06.1896. Fiesta de la Priora: María de Gonzaga.

Poseemos de esta RP un autógrafo incompleto y dos fragmentos, así como cuatro copias, sólo una completa.

8. San Estanislao de Kostka. Diálogos en prosa y verso.

8.02.1897. Bodas de oro de Sor San Estanislao.

Poseemos de esta RP dos autógrafos, uno fragmentario y dos copias.

En cuanto a las Ultimas Conversaciones, no son ningún escrito de Teresa, sino palabras recogidas por Madre Inés, Celina, sor María del Sagrado Corazón y otros testigos en los meses que precedieron a la muerte de Teresita.

Para algunos, estos dichos teresianos nos permiten hacernos un cuadro exacto de la situación espiritual y humana de la santa en los momentos más duros y penosos de su enfermedad. Revelan una conciencia clara de la importancia de su misión, así como un abandono absoluto a la voluntad de Dios.

Para otros, las Últimas conversaciones no pueden aportar nada nuevo a la investigación sobre Santa Teresita. En la línea crítica de quienes se quejaban de la manipulación de los Manuscritos autobiográficos, estos autores consideran poco fiables a los testigos, de modo que las Últimas conversaciones serían más una expresión de la espiritualidad de Madre Inés que reflejo de la doctrina teresiana.

Las ediciones críticas de los cuadernos conservados en el Carmelo (Burgos, 1973, 2 tomos), han aportado los criterios necesarios para la utilización de estos textos. Con estos juicios de orden plenamente científico, podemos acercarnos a las Últimas conversaciones con capacidad de discernir claramente lo ambiental y lo propio del pensamiento de Teresa.

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