Embriagado
Su agradecida mirada nos decía
que cuando atravesara el espejo intangible del sueño,
ya no quedaría nada de su imagen.
Que durante un instante
solo podríamos contemplar
su espalda tatuada de ardientes despedidas.
Y así ocurrió.
Cuando pudimos recuperar la palabra sin llanto,
fuimos reviviendo su memoria.
Y esa evocación nos devolvió
tantos brindis y lágrimas y risas y sueños.
Porque nadie se había embriagado y bebido
con tanta intensidad su entera existencia.
Nos preguntamos si en algún momento
se diluiría su recuerdo
entre las brumas del tiempo y el olvido.
Y entonces comprendimos que nada ni nadie desaparece
cuando su mirada se transparenta
en los destellos y las resonancias
que las aguas nos devuelven
desde el curso del manantial de la vida.
(Miguel Ángel Mesa Bouzas)